El kilometraje estaba en cero al salir de la ciudad de México y comenzamos el viaje. Dejamos la ciudad en ese momento, con emoción, para comenzar el recorrido de miles de kilómetros. Fue el sábado quince de Agosto en la central Tapo, cuando tomamos el primer autobus. La dirección era Oaxaca, llegamos a media tarde a la capital del estado. Me encanta una vez más, por su arquitectura y la cultura que se respira en cada calle.
Lo primero que hicimos,después de instalarnos en el hotel, en la tarde fue escuchar una orquesta con playeras teñidas de amarillo afuera de la catedral.
Un concierto que pudo ser más emocionante, sufría, por pausas de cinco minutos ya que los musicos se detenian entre canciones con el unico propósito de que el director de la orquesta pudieratomarse un chesquito recargado en la pared.
Caminando por el zócalo había una pequeña comitiva que recordaba con un mitin a los muertos de la APPO; asesinados presumiblemente por Ulises Ruiz, que sigue de gobernator, hace tres años; recordatorio que nadie escucha. La gente ni se inmuta y paseaba sin voltear, evitando mirar al vocero con su microfono como si él, fuera un arbol más del zocalo oaxaqueño.
Caminando por una calle escondida encontré una tienda de diseño con objetos producidos con materiales renovables y degradables. Tenían bolsas con material de cámara de llanta lo cual ayuda para darle un uso a tan anti ecológico material.
Cuando salimos de esta tienda nos encontramos en medio de un desfile, a los gritos de ¡Viva Oaxaca! nos unimos, también porque daban mezcal gratis, je! y simplemente nos sentimos bienvenidos.
El viaje inicia, los primeros 470 Km son historia.
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